Cómo elegir a la cuidadora o cuidador de una persona mayor.

Una decisión meditada, que en ocasiones debe tomar la familia, es a quien contratar para cuidar a nuestros mayores. Todos preferimos que, cuando nuestra madre o padre se hacen mayores, continúen viviendo en su casa el máximo tiempo posible. Pero, por problemas de la edad, necesitan ayuda y nosotros no se la podemos prestar el tiempo que nos gustaría. Por lo que tenemos que contratar a un cuidador. Te comentamos algunas claves para seleccionar el más apropiado.

La asistencia a las personas mayores es una necesidad. Tradicionalmente, esta responsabilidad ha recaído sobre los hijos y, principalmente, sobre las hijas, a las que se les asignaba el rol de los cuidados. Con el estilo de vida que llevamos en la actualidad, la incorporación de la pareja al mercado de trabajo para que pueda sobrevivir la familia, las responsabilidades contraídas, etc. hacen que esto no sea posible como se hacía antes.

A medida que avanza la edad, las personas se ven limitadas para realizar ciertas tareas que antes efectuaban con normalidad. Aunque sea durante unas horas a la semana, nuestros mayores necesitan ayuda.

Hay dos problemas bastante extendidos entre las personas mayores. Uno de ellos es la movilidad reducida. Esto les limita para efectuar tareas como la limpieza del hogar, ir al supermercado, etc. Otra es la soledad. Se calcula que en torno al 40% de las personas mayores viven solas.

Cuando aparecen problemas de salud graves: deterioro cognitivo, enfermedades crónicas; la asistencia domiciliaria se vuelve más necesaria y especializada.

Los encargados de Agencia Sant Pau, una agencia con sede en Barcelona que gestiona servicios de atención domiciliaria en todo el país para el cuidado de personas mayores, hablan de lo importante que es escoger al profesional adecuado para cada caso.

Estas son algunas cuestiones a tener en cuenta para hacerlo:

Definir las necesidades.

Lo primero que tiene que hacer la familia, con la persona afectada incluida, es definir las necesidades concretas de la persona a cuidar. ¿Para qué necesita ayuda? ¿Para mantener su casa limpia y ordenada y poder llevar una vida digna? ¿Para qué le acompañe al médico y se encargue de los cuidados?

Erika Manzano, asesora de salud de Blau Senior, señala en una entrevista a la revista Cuidar Bien que el perfil laboral de una cuidadora es el de un asistente en geriatría. No es una señora de la limpieza. Por tanto, ayudará a la persona a efectuar tareas domésticas, pero no lo va a hacer a fondo. Su labor es la de cuidar y acompañar. Este es un aspecto que deben tener en cuenta las familias.

Cuando la persona mayor tiene problemas de salud concretos, la cuidadora o cuidador debe tener una formación específica. Hay cuidadoras que están certificadas en la aplicación de masajes terapéuticos, que trabajan con personas con movilidad reducida. Mientras que otras están especializadas en cuidar a personas con demencia senil o alzhéimer.

La especialización es uno de los rasgos que está cogiendo fuerza en el sector de los cuidados a domicilio.

Experiencia y formación.

Cómo hemos dicho antes, el perfil de una cuidadora es más parecido al de una enfermera o una TCAE que al de una empleada doméstica. Por tanto, debe tener conocimientos en geriatría. Conocimientos, que en la medida de lo posible, deben estar respaldados por diplomas, títulos o certificados.

La experiencia es otro punto a tener en cuenta. Queremos dejar a nuestros mayores en las mejores manos. Por eso, siempre es recomendable apoyarnos en personas que llevan tiempo trabajando en esta tarea. Que han cuidado antes a otras personas y que se han enfrentado a situaciones parecidas a las que se puede encontrar al cuidar de nuestro padre o nuestra madre.

En este sentido es importante estudiar el curriculum de la candidata a fondo. Hacer las preguntas aclaratorias que consideremos oportunas para que nos expliquen su experiencia.

Las reseñas y recomendaciones son información valiosa que nos pueden orientar a la hora de escoger al profesional más adecuado. Si para comprar un coche, leemos las reseñas que encontramos por internet sobre un modelo concreto, que no vamos a hacer si queremos contratar a alguien para que cuide de nuestra madre o nuestro padre.

Habilidades sociales y personalidad.

La personalidad del cuidador es otro aspecto importante que debemos tener en consideración. El cuidador va a convivir tiempo con nuestro familiar. Nosotros sabemos cómo es, y también sabemos con qué tipo de persona se siente más a gusto.

Hay hombres de la tercera edad que prefieren estar cuidados por otros hombres. Se encuentran más cómodos.

Por el contrario, hay personas mayores que prefieren estar atendidos por una mujer empática, cariñosa y con la que puedan establecer una complicidad que va más allá de la mera asistencia domiciliaria.

El cuidador o cuidadora debe ser una persona resolutiva. Debe saber actuar con determinación cuando sucede cualquier percance. Este es un rasgo de carácter, no se limita solo a la formación.

Para cuidar de una persona hay que desarrollar determinadas habilidades sociales. Hay que saber escucharlo. Saber entenderlo, aunque no diga nada. Mirar en todo momento por su bienestar. Y, en ocasiones, armarse de paciencia.

El hecho de que el cuidador se lleve bien con la persona cuidada es clave para que el trabajo se desarrolle con normalidad. Por lo general, si aparecen incompatibilidades de carácter entre el cuidador y la persona mayor, el trabajo no suele durar demasiado.

Por otro lado, el cuidador debe mantener una comunicación fluida con los familiares. Debe entenderse con ellos. Los hijos de la persona cuidada van a querer estar informados sobre cómo está su padre. Sobre cómo evoluciona. Es posible que den instrucciones precisas sobre el cuidado diario. El cuidador deberá tenerlas en cuenta, siempre desde su perspectiva profesional. Después de todo, él es quien está con la persona cuidada. Saber entenderse con los familiares es clave en este trabajo.

Todos estos son rasgos que se pueden percibir a un nivel bastante alto en la entrevista de selección.

Trabajadora interna o atención domiciliaria durante un horario.

Según el estado de salud de la persona mayor, otra de las cuestiones, que debemos plantearnos, es si es mejor contratar a una persona interna o que el cuidador acuda durante unas horas cada día o unas horas preestablecidas a la semana.

Las trabajadoras internas viven en la casa de la persona cuidada y ofrecen una asistencia exclusiva y personalizada las 24 horas al día. Todos los días de la semana. Es apropiado, sobre todo, para personas dependientes.

Tener una persona en casa, cuidando de nuestro familiar en dedicación exclusiva, proporciona mayor tranquilidad. Sabemos que nuestro mayor no va a estar solo y que no se va a encontrar desamparado ante cualquier incidente que se le presente.

También debemos partir de que este servicio es más caro. Hay que pagarle un sueldo completo al cuidador. Una parte de este sueldo se puede pagar en especie. Ya que la familia concede alojamiento y manutención al cuidador.

Podemos valorar que no es necesaria una atención tan detallada. No solo por el dinero que nos vaya a costar, que, sin duda, es un factor que influye, sino porque nuestro familiar exige una intimidad y una autonomía que no se manifiesta por igual si hay otra persona viviendo en su casa.

Con la legislación laboral actual, tanto si contratamos a una persona interna, como si lo hacemos por horas, deberemos hacerle un contrato de trabajo, darle de alta en la Seguridad Social y pagar las cotizaciones correspondientes.

¿Mejor una agencia o una cuidadora particular?

La página web de los servicios sociales de la Comunidad de Madrid se plantea este dilema. Lo cierto es que las dos opciones tienen sus pros y sus contras.

Contratar una agencia nos asegura que nuestro familiar va a estar atendido en todo momento. Aunque su cuidador habitual caiga enfermo. También nos garantiza una asistencia 100% profesional y de calidad. Se supone que la agencia solo contrata personal cualificado. Por otro lado, al contratar una agencia, la familia se descarga de las responsabilidades laborales. Es decir, paga una factura por los servicios prestados, pero es la agencia quien se encarga de contratar a los trabajadores y de abonar sus cotizaciones a la Seguridad Social.

Aparte de esto, sabemos que el cuidado de las personas mayores es un tema delicado. Es importante el aspecto subjetivo. Si el mayor está bien atendido por una persona concreta y se encuentra a gusto con él, no vale la pena probar otra opción. Es probable que nos cueste encontrar a otro profesional con el que tenga tanta sintonía.

A las personas mayores, como a todos, no nos gustan demasiado los cambios. Cuando nos hemos adaptado a la forma de trabajar y de ser de un profesional, sustituirlo por otro, nos supone un esfuerzo añadido.

De todos modos, contratar una agencia o un cuidador particular, es una decisión que debe tomar la familia. Si optamos por el cuidador particular, lo que hemos visto en este artículo nos puede ayudar a escoger el más adecuado.

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