¿Es posible desarrollar aerofobia, por culpa del cine?

La aerofobia, o el miedo a volar, afecta a miles de personas en todo el mundo, y en algunos casos no tiene relación directa con haber vivido una experiencia traumática a bordo de un avión. De hecho, hay quienes desarrollan esta fobia sin haberse subido jamás a uno. ¿El motivo? El cine.

Las películas y series tienen un poder emocional enorme, y ciertas escenas han sido suficientes para que el cerebro relacione volar con el peligro extremo.

¿Hasta qué punto podemos separar la ficción de la realidad? ¿Cómo puede afectarnos? Vamos a verlo a continuación, en relación a la aerofobia.

¿Qué es la aerofobia, y cómo se manifiesta?

La aerofobia es mucho más que un poco de nervios antes de despegar: es un miedo persistente, irracional y desproporcionado que puede impedir por completo subirse a un avión. Se manifiesta con síntomas físicos (palpitaciones, temblores, sudoración, dificultad para respirar) y mentales (pensamientos catastrofistas, sensación de pérdida de control, evitación activa de vuelos).

Lo cierto es que, en muchas ocasiones, este miedo está vinculado a experiencias reales, como un vuelo con turbulencias, o haber sido testigo de un aterrizaje complicado. Pero no siempre es así. A veces, la mente se queda con lo que ha visto en la ficción como si fuera una amenaza real.

Una película bien rodada, con una escena impactante de un accidente aéreo, puede ser suficiente para que se cree esa asociación peligrosa.

El cine y su capacidad de sugestión.

El cine tiene una fuerza emocional que muchas veces subestimamos. Todo está diseñado para hacernos sentir cosas: la música, la iluminación, los efectos visuales, los silencios, los rostros desencajados de los actores… Una escena de cinco minutos puede quedarse grabada en la memoria emocional durante años, especialmente si conecta con miedos que ya estaban latentes.

Cuando el argumento gira en torno a un accidente aéreo, una catástrofe en pleno vuelo o una situación extrema en las alturas, algunas personas reaccionan con una activación intensa de su sistema nervioso. Aunque sepan que lo que están viendo es ficción, su cuerpo lo vive como si fuera real. Y si esta reacción emocional es suficientemente fuerte, el cerebro empieza a generar una asociación directa entre volar y el peligro.

El impacto de ciertas películas sobre el miedo a volar.

A lo largo de las décadas, han sido muchas las películas que han explotado el recurso dramático del accidente aéreo. Algunas han sido puramente de acción, otras más centradas en el drama humano o incluso en lo sobrenatural. El punto común entre ellas es que han contribuido a generar una visión muy concreta del avión: como un lugar donde puede pasar lo peor.

  1. Aterriza como puedas (1980).

Aunque es una comedia y parodia las películas de catástrofes, esta cinta contribuyó a reforzar ciertos miedos al mostrar una cabina descontrolada, pilotos incapacitados y pasajeros en pánico. El humor absurdo no impide que algunas personas retengan, inconscientemente, la imagen de un vuelo descontrolado.

  1. Destino Final (2000).

La primera entrega de esta saga arranca con una escena impactante: un grupo de adolescentes evita la muerte tras una visión premonitoria del avión explotando en pleno vuelo. La escena del accidente es especialmente gráfica y realista, lo que ha provocado malestar en muchos espectadores. Esta representación tan cruda de una tragedia aérea ha sido señalada como un detonante de aerofobia en personas que antes no tenían ningún problema para volar.

  1. El vuelo (2012).

Aquí se muestra a un piloto que logra aterrizar un avión en condiciones extremas. A pesar de su heroísmo, la película deja una sensación muy intensa de vulnerabilidad y caos dentro de la cabina. El mensaje que deja es que, incluso con profesionales experimentados, todo puede salir mal en cuestión de segundos.

  1. Vuelo 93 (2006).

Basada en hechos reales, esta película sobre uno de los aviones secuestrados durante los atentados del 11 de septiembre ofrece una visión muy cruda y realista del terror dentro de una aeronave. El impacto emocional es muy alto, y muchas personas que no habían tenido miedo antes de volar empezaron a evitar aviones tras verla.

La serie LOST y su influencia.

Si hay una serie que ha marcado a una generación en cuanto a la percepción del vuelo, esa es LOST. El episodio piloto de esta producción empieza con un accidente brutal: el avión se rompe en el aire y los restos acaban en una isla desierta. La secuencia es larga, visualmente impactante y angustiante. En apenas unos minutos se muestra todo lo que puede salir mal: explosiones, gente siendo absorbida por el motor, el caos total.

Aunque con el tiempo la serie se va alejando del realismo para adentrarse en lo sobrenatural, el impacto de ese primer episodio fue tan fuerte que muchas personas comenzaron a asociar el simple hecho de volar con una catástrofe inminente. Lo curioso es que ni siquiera hace falta ver toda la serie para que la semilla del miedo se plante. Solo con ese inicio tan potente, la mente ya puede haber creado una asociación duradera.

¿Cómo actúa el cerebro ante estos estímulos?

Desde el punto de vista neurológico, el miedo es una emoción básica que se activa ante una amenaza, y la cosa está en que el cerebro no siempre distingue entre lo que es real y lo que no. Si una escena está bien construida y genera una respuesta emocional potente, el cuerpo responde como si estuviera en peligro de verdad.

Las imágenes impactantes quedan almacenadas en la amígdala, una parte del cerebro encargada de gestionar las emociones. Si cada vez que se piensa en volar aparece la imagen de un motor estallando o de un ala arrancándose, es muy probable que se genere una respuesta de ansiedad. Con el tiempo, esta ansiedad puede extenderse incluso a ver aviones o pensar en planear un viaje.

Además, si una persona ya tiene predisposición a la ansiedad o ha vivido otras situaciones estresantes, es más fácil que ese tipo de contenido desencadene una fobia real.

¿Por qué algunas personas son más susceptibles?

No todo el mundo que ve una escena de un accidente aéreo desarrolla miedo a volar, pero hay personas que, incluso siendo impresionables, logran separar perfectamente la ficción de la realidad. Sin embargo, hay ciertos factores que pueden hacer que el impacto emocional sea mayor:

  • Altos niveles de ansiedad basal o trastornos de ansiedad previos.
  • Alta empatía o sensibilidad emocional.
  • Experiencias previas traumáticas, aunque no estén relacionadas con vuelos.
  • Exposición continuada a contenido negativo o alarmista sobre la aviación.
  • Edad (los adolescentes y niños suelen ser más influenciables).
  • Falta de información sobre cómo funciona realmente un avión.

Y lo peor: cuanto más vulnerable está una persona emocionalmente, más fácil es que una película o serie le afecte en profundidad. El miedo se instala sin que apenas se note, y cuando llega el momento de volar en la vida real, aparece la evitación o el pánico.

A pesar de todos estos miedos, la realidad es que el transporte aéreo sigue siendo una necesidad para muchos de nosotros, tanto a nivel personal como profesional. De hecho, desde Star Cargo, empresa de transporte aéreo internacional en Madrid, nos recuerdan que la aviación es uno de los pilares del comercio y la logística global, y que, más allá de los pasajeros, millones de toneladas de mercancía se mueven cada año por vía aérea con estrictos controles de seguridad.

El fenómeno de la generalización.

Otro elemento importante es el fenómeno de la generalización. Es decir, el cerebro empieza a extender ese miedo a situaciones parecidas o relacionadas. Por ejemplo, alguien que desarrolló ansiedad tras ver una película de catástrofes puede empezar a evitar no solo volar, sino también hablar del tema, ver aviones, planear viajes largos o incluso entrar en aeropuertos. Todo lo que tenga que ver con el vuelo queda contaminado por esa asociación negativa.

Este tipo de generalización es muy común en las fobias. Y cuando el origen es una escena de ficción, a veces cuesta aún más desmontar la creencia, porque no hay una experiencia real que se pueda reinterpretar o racionalizar.

¿Cómo se puede superar este tipo de fobia?

Aunque el origen del miedo haya sido una película, la buena noticia es que la aerofobia se puede superar.

Existen varias herramientas eficaces para ello:

  • Técnicas de exposición gradual: consisten en acercarse poco a poco a la situación temida, empezando por ver fotos de aviones, después vídeos de despegues, visitar un aeropuerto, hasta llegar al vuelo real.
  • Relajación y respiración consciente.
  • Psicoeducación: saber cómo funciona un avión, cómo se gestionan las turbulencias, qué medidas de seguridad existen, puede ayudar a reducir el miedo irracional.
  • Realidad virtual: algunos centros utilizan simulaciones virtuales de vuelo para que la persona pueda exponerse de forma segura.

Entonces, ¿Deberíamos evitar este tipo de películas?

No es necesario eliminar las películas de catástrofes aéreas del panorama audiovisual. Lo que sí conviene es ser conscientes del efecto que pueden tener sobre algunas personas. Si alguien ya tiene ansiedad o ha empezado a desarrollar miedo a volar, lo más saludable es evitar este tipo de contenidos al menos durante un tiempo.

La solución está en el autoconocimiento: saber cómo nos afecta lo que vemos y cuidar nuestro bienestar mental es tan importante como revisar el equipaje antes de viajar. Porque a veces, la verdadera turbulencia no está en el aire, sino en nuestra mente.

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