Vinos hay muchos, de muchos tipos, con mucho nombre y con mucho cuerpo, si se trata de buenos tintos. Los buenos vinos, llevan años macerándose en sus bodegas. No solo porque haya que tenerlos en sus barricas el tiempo conveniente, según la variedad, sino porque es con el paso de los años y la experiencia, como se consiguen los mejores caldos.
Elaborar un vino en sí, no resulta en extremo difícil. Ya puedes incluso adquirir un kit para hacerlo en casa, igual que ocurre con la cerveza. Lo complicado, lo difícil y a la vez, lo interesante, es hacer que ese vino, marque una diferencia. Que sea tuyo (del que lo hace) y tenga tu esencia. Ello se consigue con mucha paciencia.
La importancia de elegir una buena uva, plantar esas vides como nos señalan los expertos de PlantVid, en el lugar adecuado y mimarlas para que cada año, nos den lo mejor de la tierra. La uva perfecta, para crear el vino perfecto. Como si de un maridaje se tratara, elegir la vid y el terreno donde plantarla, es un factor muy importante. La tierra aportará a la uva los matices que luego, darán gusto al vino.
Por tanto, no solo se trata del tipo de uva, el terreno es tan relevante como la vid en sí misma. Obtener esa perfecta conjunción y luego extraer lo mejor de cada uva, es un proceso que puede llevar años. La uva no es igual cuando procede de un viñedo joven que viejo. Ni que decir tiene, que los años mejoran la calidad de la uva. De ahí, que el vino tinto por igual, gane con cada año de vida. Siempre y cuando, este bien conservado y la variedad, lo permita.
Hay que señalar que a todos los vinos, no les sienta igual el paso del tiempo. Caso de los rosados y blancos, los vinos jóvenes o dulces. Aunque ahora, no hablamos de solera.
Aunque muchos no tienen viñedo ni aspiran a ello, si anhelan poder hacer su propio vino. Ojala pudiéramos plantar una vid en el jardín (los que tienen jardín) o en la ventana y con su uva, vendimiar y hacer nuestro propio néctar.
Sin embargo, como ya comentábamos, hasta puedes adquirir un kit para hacer tu propio vino, por lo tanto, para aquellos que quieran probar y experimentar algo nuevo, vamos a explicar cómo hacer un vino en casa.
A vendimiar
El caso es que ya empieza la vendimia, así que teniendo eso en cuenta, será más fácil poder encontrar la uva que nos guste. Si es posible contactar con algún viñedo, a lo mejor te facilita algunos kilos para hacerle la competencia. De no tener esa posibilidad que será lo más probable, lo mejor es ir a alguna frutería de confianza y comprar unos dos kilogramos de la que más nos guste por cada litro de vino que queramos hacer.
Aparte de la materia prima, vas a necesitar una despalilladora, una prensa, un depósito de fermentación, levadura, pH metro, metabisulfito de potasio y clarificantes. La lista se las trae, pero si no sabes lo que es cada cosa, lo aprenderás en un minuto. A esta lista imposible, añade probetas, una barrica, botellas de vidrio, tapones de corcho y una encorchadora.
Cuando ya lo tengas todo y lo dispongas en un lugar apropiado, lamentablemente esto no se puede hacer en el cuarto de la televisión, empieza por seleccionar bien las uvas. Eliminar las que estén en mal estado y despalillarlas es el primer paso.
Para despalillarlas, obviamente hay que meterlas en la despalilladora. El estrujado es el paso posterior y de él, sale el mosto. Al estrujarse la uva, se rompe y suelta los jugos. Esto va a facilitar y generar el proceso de fermentación.
Ahora toca dejar macerar el vino. Los hollejos que son las partes sólidas que quedan tras el estrujado, pues no se ha filtrado, aportarán al vino los taninos y el color característico.
Pasar el resultado de estos pasos a una vasija para que fermente a una temperatura que no debe sobrepasara nunca los treinta grados. Es momento de agregar la levadura, el sulfuro y el metasulfito.
Una vez concluya la fermentación, habrá que pasar todo el mejunje por la prensa. Si una vez prensado quedan partes sólidas, hay que clarificarlo para separarlas. Este proceso se hace durante dos o tres días, añadiendo los clarificantes y manteniéndolo a una baja temperatura. Si tras este proceso aún persisten las partes sólidas, filtrarlo hasta que no quede ninguna.
Ya hemos llegado hasta aquí, ahora vamos a trasegar el vino y ponerlo en otra vasija y dejarlo ahí una temporada. El tiempo variará según la pretensión vinícola de cada uno.
Una vez tu vino esté listo, embotellar y tapar con un corcho natural.
Sin tratarse de un proceso difícil, si resulta más complejo y laborioso de lo que pueda parecer. Sin embargo merece la pena, si te gusta el vino y sientes esa inquietud, de probar a elaborar el tuyo propio. Quizá el resultado no sea comparable a un buen Ribera, pero seguro, te sabe a gloria.