“Más vale prevenir que curar”. Este refrán cobra una relevancia especial en lo que a la salud dental se refiere. Te hablamos de una de las especialidades de la odontología menos conocida, pero de las más importantes: La odontología preventiva.
La mayoría de los problemas dentales se van incubando con el tiempo. El ejemplo más claro son las caries. Acudimos al dentista para que nos haga un empaste cuando la caries ha taladrado el diente y ha llegado hasta la pulpa. La parte interna por donde discurren los vasos sanguíneos y las terminaciones nerviosas. Es ese momento en el que sufrimos un dolor de muelas insoportable. Podríamos haber evitado esa situación. La caries llevaba meses formándose en nuestra boca. Podríamos haber evitado el dolor. Haber conservado nuestros dientes con un mayor nivel de fortaleza, pero no lo hicimos.
Algunos problemas dentales se van fraguando en la infancia. Enfermedades que aparecen en la dentadura de leche se traspasan a la dentadura definitiva con el recambio dentario, agravándose con el tiempo. La forma en la que se produce el relevo dental puede dar lugar a malas oclusiones, que se podrían haberse previsto con un seguimiento rutinario por parte del odonto-pediatra.
Para aplicar la odontología preventiva es necesario efectuar un cambio de paradigma. Adoptar un enfoque diferente. Acudir a la clínica dental, no para que nos resuelva los problemas, sino para asegurarnos de que no aparecen.
Por mucho que avance la salud dental, que, por cierto, lo ha hecho de manera asombrosa en las últimas décadas, debemos ser conscientes que la mejor dentadura es la original. Un tesoro que debemos conservar para garantizar una buena calidad de vida.
Historia de la medicina preventiva.
Dice el Hospital Universitario de Ciudad Real que la especialidad de medicina preventiva es relativamente reciente. Se incluye dentro del sistema MIR en 1978. Dos años más tarde, el INSALUD (servicio público nacional de salud) publica una circular en la que define su ámbito de actuación: vigilancia epidemiológica, higiene, esterilización, educación sanitaria, etc.
La necesidad de cuidar el cuerpo para evitar la enfermedad ya la conocían los griegos de la antigüedad. Hipócrates, el médico que sentó las bases de la asistencia médica con el juramento hipocrático, ya decía: “El alimento es tu medicina.” Con esto estaba indicando que con una buena alimentación podíamos evitar la aparición de buena parte de las dolencias que afectan a los hombres.
A pesar de este pensamiento, potenciar el aspecto preventivo de la medicina fue durante la mayor parte de la historia una filosofía más que un plan de actuación.
Durante los años 60, la China comunista pone en marcha un programa que se llamó “los médicos descalzos.” La idea era llevar la asistencia sanitaria al ámbito rural, con un sistema de salud poco desarrollado, como era el que tenía China en aquel momento. Las universidades y el gobierno formaron a millones de paramédicos para que pudieran atender, in situ, hasta la más pequeña de las aldeas de China.
Estos paramédicos, que en su mayoría eran campesinos, fueron formados para detectar en sus primeros estadios las enfermedades de sus paisanos, curarlos en la medida de lo posible y derivarlos a los hospitales cuando ya no podían atenderlos.
La asociación de médicos descalzos se dio cuenta de que llevando programas de concienciación, impartiendo charlas entre la población y efectuando revisiones periódicas a todos sus vecinos, aunque estuvieran sanos, podían evitar la aparición de muchas enfermedades. Mejorando, de esta manera, la calidad de vida de las comunidades y ahorrando dinero en el sistema de salud chino.
La odontología preventiva.
Desde luego, la prevención también forma parte de la salud dental. Los odontólogos de Clínica Dental Tapia, una red de clínicas asturianas con presencia en Ribadeo, Navia y Tapia de Casariego, que prestan el tratamiento de odontología preventiva, nos cuentan que en este servicio suelen realizar tractotomías, fluoraciones y programas preventivos de caries para niños y adultos.
La Universidad Europea indica que la odontología preventiva es una especialidad de la salud dental que se encarga del estudio del medio bucal y de sus implicaciones inmunológicas y micro-bacterianas. Una herramienta que nos permite prevenir la mayoría de las afecciones bucales.
La piedra angular de la odontología preventiva son las revisiones periódicas de los pacientes, que se deben realizar como mínimo una vez al año y, que suele ser recomendable hacerlas cada 6 meses.
En este servicio también se pueden realizar limpiezas bucales profesionales, de mayor o menor profundidad, obturaciones y empastes sencillos.
Por regla general, cualquier odontólogo podría aplicar un enfoque preventivo, estableciendo una relación de seguimiento estable con sus pacientes, si bien, el servicio de odontología preventiva suele ser realizado principalmente por odonto-pediatras y por los llamados dentistas familiares.
Como veremos más adelante, el odonto-pediatra, que se encarga de prestar asistencia médico-dental a los niños, cumple una función pedagógica muy importante. Entre otras cosas, se preocupará por inculcar a los más pequeños una serie de hábitos de higiene y cuidado dental que le acompañarán el resto de su vida. Serán fundamentales para mantener una salud dental sana. El odonto-pediatra, por otro lado, contribuye a que el niño conciba la visita a la clínica dental como algo normal y natural.
En referencia al dentista familiar, por hacer una analogía con el sistema de salud, vendría a ser como nuestro médico de cabecera. El profesional que conoce de primera mano nuestro historial dental sanitario, que nos va haciendo un seguimiento y que nos deriva a otro profesional cuando percibe que hay que aplicar un tratamiento más complejo.
La odontología preventiva es la mejor manera de tener una dentadura sana y fuerte la mayor parte de la vida, sin sufrir enfermedades importantes. Pero, además, aunque no nos lo parezca, nos supone un ahorro de dinero considerable en tratamientos dentales más costosos.
Situaciones especiales.
Aunque acudir a una revisión rutinaria preventiva es aplicable para todas las personas, hay periodos concretos de la vida donde la odontología preventiva es fundamental. Estamos hablando de los niños y de las mujeres embarazadas.
Respecto a los niños, lo normal es llevarlo al dentista cuando le están saliendo las primeras piezas dentales, nunca después del primer año de vida. Esta revisión es fundamental para asegurarnos de que los dientes están emergiendo sin ningún problema. Otra de las revisiones importantes es al cumplir los tres años. En ese momento ya ha emergido toda la dentadura provisional y el facultativo puede confirmar que todo esté correcto. En ese momento, se pueden prever posibles problemas futuros que se podrán solucionar con determinados cambios de hábitos, antes de que las dolencias vayan a mayores.
La Asociación Nacional de Ortodoncia recomienda, además, hacerles una revisión a los niños cuando cumplan los 7 años. Edad en la que aparecen los primeros molares. Esto permite detectar precozmente posibles problemas de mal-posición.
El embarazo es otro de los periodos críticos de salud dental. Los cambios hormonales que sufre la mujer embarazada disminuye el sistema inmunológico en las encías. Favoreciendo la aparición de enfermedades periodontales como la gingivitis.
En este sentido, es aconsejable que la embarazada acuda a la clínica dental en el tercer mes de embarazo y en el sexto. La primera visita permitirá al dentista testear el estado de la boca, poniendo especial hincapié en las encías. En el último trimestre de embarazo, el cuerpo de la mujer se prepara para dar a luz. Esto implica una serie de cabios, que también afectan a la boca. Esta segunda revisión es clave para garantizar que el embarazo no deje secuelas en la dentadura de la madre.
Qué se hace en una revisión periódica preventiva.
Aunque cada profesional tiene su propio modus operandi, podemos decir que en cada una de esas revisiones que nos hacemos una vez al año o cada seis meses se suele realizar un reconocimiento visual, una limpieza bucal profesional, radiografías, cuando se considere oportuno, y concluye con algunas recomendaciones personales.
En el reconocimiento visual, el odontólogo evalúa el estado de los dientes y de las encías. Determinadas manchas en el esmalte le pueden alertar del inicio de ciertas enfermedades, como la caries o la desmineralización del diente. La profundidad de los surcos en las encías puede avisarnos de posibles enfermedades periodontales.
Si el odontólogo aprecia algún signo preocupante, una radiografía le proporciona información sobre el alcance de sus sospechas. Este medio de diagnóstico por imagen permite anticiparnos a enfermedades que no son apreciables visualmente.
Es normal que en estas visitas se efectúa una limpieza dental profesional más o menos profunda. El cepillado diario no es suficiente, por ejemplo, para eliminar el sarro. Una costra de placa bacteriana que puede ocasionarnos enfermedades bucales graves en un futuro.
En estas revisiones periódicas, el dentista presta atención al estado de intervenciones anteriores. Como pueden ser empastes, carillas, implantes, etc. Asegurándose de que están en perfectas condiciones.
La visita suele terminar con una serie de consejos sobre higiene dental, alimentación y hábitos de vida saludable que, si los observamos, pueden ayudarnos a mantener nuestra dentadura sana.
No olvides que el dentista y tú, formáis un tándem para el cuidado de tu boca.