Las mujeres con adicciones están más estigmatizadas que los hombres.

El 82% de las personas con problemas de adicciones que acuden al proyecto hombre son varones, pero la organización detecta que existe un aumento continuado de mujeres. Según Xavier Bonet, director de la comisión de investigación de esta conocida organización, las mujeres con adicciones son doblemente rechazadas por la sociedad. Primero, por acercarse a la ilegalidad y segundo, por no cumplir el rol social que se le ha adjudicado. Esto hace que a muchas de ellas les cueste dar el primer paso para poder rehabilitarse.

Muchas mujeres ni siquiera cuentan con el apoyo familiar necesario para poder desengancharse. Un hombre con problemas de adicciones se le considera un enfermo. Su entorno comprende que haya abandonado sus responsabilidades. Sin embargo, en el caso de una mujer no se le tolera. Si tiene niños pequeños no se le perdona que no haya podido atender a sus hijos, y si no los tiene, se le considera directamente una perdida.

Tanto en las drogas legales como ilegales, en las adicciones socialmente admitidas como en las repudiadas, las mujeres adictas se enfrentan a un plus de marginación que hace más difícil su rehabilitación.

Lo podemos ver en una droga socialmente aceptada como es el alcohol. Un hombre alcohólico, un borrachín, es un personaje gracioso. Mientras que una mujer bebedora está mal visto. Este doble rasero, aplicado de manera diferente para hombres que para mujeres, se puede trasladar a casi todas las drogas y adicciones.

En el ambiente nocturno, un hombre que consume drogas se le ve como una persona divertida, como un machote, mientras que una mujer que lo hace, lo ven los demás, sobre todo los hombres, como una chica fácil, de la que se pueden sobrepasar.

Nuria, directora de Dona Adiccions, un centro de rehabilitación de Girona especializado en ayudar a mujeres adictas a desengancharse, nos dice que es necesario adoptar una perspectiva de género para afrontar el problema. La realidad de mujeres y hombres adictos tiene sus diferencias. Es preciso crear espacios de apoyo específicos para que las mujeres adictas puedan dejar atrás este episodio traumático de sus vidas. Un punto de vista que ya se ha empezado a aplicar en el caso de las víctimas de violencia machista. Como se puede ver en los pisos de acogida.

Las adicciones más frecuentes entre las mujeres.

Un informe publicado por el Instituto Castelao afirma que las mujeres intensifican más rápido el consumo cuando empiezan a probar drogas como la cocaína, la heroína y la marihuana. Las mujeres suelen desarrollar una dependencia más rápida a las drogas que los hombres. En este fenómeno intervienen condicionantes genéticos y sociales.

Proyecto hombre dice que la droga dura más que más casos de adicción genera en los hombres es la cocaína (38%), seguida por el alcohol (34%). En las mujeres se invierte el orden. El 46% de las mujeres adictas son principalmente al alcohol y un 31% a la cocaína. En el consumo abusivo de benzocaínas; es decir, medicamentos ansiolíticos, somníferos y sedantes que generan adicción, los casos de dependencia en mujeres es cinco veces superior al de los hombres. 1,6% para ellas, frente a un 0,3% en ellos.

Una encuesta realizada en el 2019 por la organización gallega de estudios sociales, Instituto Castelao, detectó una serie de diferencias de género entre hombres y mujeres respecto al consumo de drogas.

Por lo general, los hombres se inician en el consumo de tabaco, alcohol y cannabis a edades más tempranas que las mujeres. El alcohol es la droga más consumida por ambos géneros, sin embargo, el nivel de prevalencia en hombres es superior al de mujeres.

El número de consumidores habituales de cannabis y cocaína es casi el doble en hombres que en mujeres. Es en el caso de los hipno-sedantes, donde el número de consumidoras es abrumadoramente superior. En las mujeres de entre 34 y 65 años, un 31% dice haber consumido estas sustancias alguna vez durante el año; y un 10% asegura tomarlas habitualmente.

Los roles sociales y la visibilidad de las adicciones.

El rol que adjudica la sociedad a cada uno de los géneros tiene una influencia decisiva en cómo se manifiesta el problema de la adicción.

Para la sociedad patriarcal, que es la imperante, con independencia de nuestra voluntad, el hombre cumple el papel de proveedor. Es el que trae los medios para mantener a la familia. Esta función le otorga una serie de privilegios como premio por el trabajo realizado. El hombre puede salir a pasárselo bien y consumir las sustancias que quiera, principalmente legales, porque se lo ha ganado. Una adicción lo que manifiesta es que no ha mantenido el control sobre ellas. Su entorno le ayudará a recuperarlo.

La mujer, por otro lado, cumple una función de cuidadora. Ante todo debe cuidar a la familia. Esta es una actividad absorbente que limita y condiciona su acceso a la diversión.

Si una mujer sufre problemas de adicción que le han hecho abandonar sus responsabilidades familiares, como puede ser el cuidado de los hijos, aparte de que no cuenta con el apoyo incondicional de su entorno, vive en una continúa sensación de culpa. Algo que no le ayuda para nada a poder desengancharse.

Esta presión social hace que muchas mujeres que lo sufren oculten sus problemas de adicción. A diferencia de los hombres, que más o menos lo manifiestan en público, ellas lo esconden. O toman las sustancias de las que son adictas en la privacidad de sus hogares, o asisten a lugares concretos y a horas determinadas donde no puedan ser vistas más que por un reducido número de personas.

Los fines de semana es el espacio de libertad para la mujer adicta. Es el periodo en el que está socialmente aceptada la diversión. Una mujer que manifiesta su consumo de sustancias adictivas con mayor publicidad se enfrenta a un mayor rechazo social que el hombre. Por lo que muchas de ellas viven sus problemas de adicción en soledad.

El perfil de la mujer adicta.

Un reportaje publicado en la página web de RTVE – Noticias manifiesta que el perfil actual de la mujer adicta es muy diferente al del hombre. Los datos provienen de un informe elaborado por Proyecto Hombre basándose en las solicitudes de ayuda que reciben anualmente.

El perfil del hombre adicto que acude a Proyecto Hombre suele ser el de un varón de unos 39 años de media, soltero o divorciado, con empleo estable, y que aunque sufra adicción con respecto a alguna sustancia, vive fundamentalmente de su sueldo.

Las mujeres adictas que acuden a esta organización son más pobres, tienen cargas familiares y han sido víctimas de abusos. El 40% de estas mujeres viven de subsidios, de ayudas públicas o de trabajos precarios. Han perdido su trabajo a consecuencia de sus adicciones. Sin embargo, una buena parte de ellas viven con sus hijos y tienen que hacerse cargo de ellos, en condiciones de familia monoparental, ya que, en ocasiones, ni siquiera perciben la pensión alimentaria por parte de su expareja.

Otro rasgo habitual en el perfil de la mujer adicta es la experiencia de abusos. Un 40% de ellas afirman haber sido objeto de algún tipo de abuso emocional, un 29% ha recibido malos tratos físicos y un 19% ha sido objeto de abuso sexual.

Con frecuencia, la adicción en mujeres va unida a otro problema transversal con un marcado aspecto social. La realidad de un género a otro es bastante diferente.

Claves para el tratamiento de la adicción en mujeres.

Los expertos en el tratamiento de adicciones (asistentes sociales, educadores, terapeutas, psicólogos) señalan una serie de aspectos claves, que si bien son necesarios para cualquier persona que sea dependiente a una sustancia, tienen una importancia especial en el caso de las mujeres. Son estos:

  • Crear un ambiente de respeto y comprensión. Es importante no juzgar a la otra persona. Tras cada caso de una mujer adicta se esconde una historia detrás. Una historia en la que la mujer ha hecho cosas de las que no se siente orgullosa y que han dejado una secuela emocional en ella. Para la recuperación es fundamental crear un espíritu de apoyo y de solidaridad. Haciendo que la persona recupere su autoestima.
  • Confidencialidad. Lo que la ex-adicta comparta con el personal que trabaja con ella debe quedar en secreto. Solo ella tiene la libertad de desnudarse emocionalmente y compartir sus vivencias y emociones con las personas que ella decida.
  • Enfoque multidisciplinar. Para rehabilitar a una mujer con adicciones es necesario adoptar un planteamiento integral. No solo hay que conseguir que se desenganche de la dependencia física y psicológica, debemos hacer que recupere su autoestima, que cierre sus heridas emocionales, que se sienta una persona independiente y que se ilusione con una nueva vida.

En el apartado anterior hemos visto que muchas mujeres adictas tienen a su vez problemas de fondo. Debemos destapar sus propias herramientas para que se puedan reintegrar social y laboralmente.

La adicción en las mujeres es un problema silenciado que debemos encarar como sociedad.

Comparte este artículo
Facebook
Twitter
LinkedIn
Últimas publicaciones

Aumenta la venta de productos de limpieza

Hoy mismo he leído un artículo sobre cómo han cambiado nuestros hábitos de compra en tiempos de Covid19 y hay cosas que resultan realmente obvias, como que hemos gastado mucho

Negocios con gran futuro en España

Vivimos en una era en la que el papel del análisis de datos es realmente importante. Un área que solo está empezando. Hay muchas empresas que lo que quieren es